El Salvador es un país de América Central conocido por las pandillas, las pupusas, el bitcoin y últimamente por su declive autoritario. En marzo de 2022, luego de un alza de homicidios, el presidente Nayib Bukele sometió a la población a un régimen de excepción que dio rienda suelta al cuerpo de policías. Desde entonces, los agentes realizan capturas masivas, muchas de ellas arbitrarias. Las familias de los jóvenes capturados se cuentan por cientos y lloran en el anonimato ante la amenaza de que sus encarcelados sufran represalias.
Entre el miedo y el oscurantismo Tatiana Alemán protesta abiertamente contra el régimen de Bukele. Para ella todo esto es casi un deja vu. En 2017 su hermano Daniel se convirtió en el rostro público de las capturas ilegales que hacía la Policía en su afán de engrosar la lista de capturas. En ese momento, sin la amenaza del bukelismo, enfrentarse al sistema de justicia era arriesgado, pero aún era posible. Ahora, con el devenir autoritario de El Salvador sacar a los presos es impensable. Desde el inicio del régimen en marzo de 2022, 102 presos murieron en prisión, según reportó la organización de derechos humanos Cristosal.
Tatiana ha denunciado la brutalidad policial antes y después de Bukele con el movimiento inspirado en el Poema de Amor de Roque Dalton “Los Siempre Sospechosos de Todo”. La diferencia es que ahora la Policía se ha plegado al nuevo régimen autoritario y una mínima crítica al Gobierno puede llevarte a la cárcel. Esta es la historia de una joven que una vez le ganó al sistema pero que ahora tiene que huir para salvar su vida.
El éxodo de los siempre sospechosos
Parte I
Tatiana Alemán iniciaba su carrera como periodista cuando su hermano de 21 años fue capturado por la Policía y enviado a prisión. Era el año 2017 y en El Salvador gobernaba el segundo y último período del partido de izquierdas FMLN que se enfrentaba, sin éxito, a la violencia y el poder de las pandillas. Ante la crisis, la Policía ejercía un control brutal sobre los jóvenes del lugar en el que habitaba la familia Alemán: la Colonia Altavista, mejor conocida por ser un epicentro de asesinatos.
Ese año la vida de los Alemán cambió para siempre. Pasaron de la calma de su panadería artesanal a ser la base del movimiento “Los Siempre Sospechosos de Todo” que defendió a personas encarceladas ilegalmente por un cuerpo policial que buscaba con desesperación engrosar las listas de capturados. Con ayuda del artista salvadoreño Víctor Rodríguez y otros gestores culturales, Tatiana llevó la lucha por la liberación de Daniel a las calles. Durante más de un año hizo lo posible por llamar la atención de los medios de comunicación y las organizaciones sociales. Su lucha culminó en la liberación de Daniel, pero aunque parezca demasiado, este es solo el comienzo de su historia.
El éxodo de los siempre sospechosos
Parte II
Cinco años después de la liberación de Daniel, Tatiana busca reconstruir su vida. Perdió su casa, fue perseguida junto a su madre y hermanas, acosada por agentes policiales y tuvieron que desplazarse forzosamente a una zona rural donde nadie pudiera ubicarlas. Las Alemán perdieron todo: su casa, sus pertenencias, sus trabajos y también a Daniel. El joven tuvo que auto exiliarse debido al acoso que enfrentó luego de convertirse en una persona pública. Pero este 2022 es diferente para Tatiana que busca vivir su juventud, recuperar una vida normal y al mismo tiempo apoyar a las víctimas del régimen de excepción de Nayib Bukele.
El éxodo de los siempre sospechosos
Parte III
A cuatro años del gobierno de Bukele críticos, periodistas y activistas han comenzado a autoexiliarse. Tatiana siempre pensó que resistiría hasta el final, pero el clima político en El Salvador se ensaña contra las defensoras de derechos humanos. Las Alemán deben partir ahora de su país a un lugar del que, por razones de seguridad, ni siquiera conocen el nombre. Han pasado un largo proceso con organizaciones de derechos humanos para lograr obtener asilo político y estatus de refugiadas fuera de El Salvador.
Por enésima vez en los últimos cinco años las Alemán hacen sus maletas, recuerdan sus hazañas y lamentan no poder quedarse en el país que tanto aman. Recibieron la indicación de que solo pueden llevar una maleta de 50 libras. Resignadas pero agradecidas reflexionan sobre lo agridulce del exilio porque como diría Meira Alemán, madre de Tatiana, “a esto se reduce nuestra existencia en este país, a 50 libras de equipaje”.