EL FUEGO QUE ARRASA

Detrás del discurso de la “apatía” de las juventudes se esconde la invisibilización de una inmensa diversidad de participación política. La construcción de sentido está en la calle, pero también en la universidad, en el activismo político y ambiental, en los feminismos y en las artes.

El fuego es un elemento de una enorme carga simbólica en Paraguay. Es poderoso e imparable. Quizás porque al mirarlo directamente se enciende en la memoria de lxs paraguayxs el día en que el supermercado Ycuá Bolaños cerró sus puertas y fallecieron cerca de 400 personas. 

El fuego que inundó al Congreso nacional producto de las protestas contra la determinación de 25 senadores de impulsar la enmienda constitucional en una sesión paralela del Congreso, para permitir la reelección presidencial, violando artículos de la Carta Magna. El fuego que nos recuerda al mismo día en que la policía asaltó la sede opositora, el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), donde murió de un disparo un dirigente juvenil, Rodrigo Quintana. 

El fuego que se desprendió de Colorado Roga, una sede del Partido Colorado, cuando se desató una semana de manifestaciones bautizada como el “Marzo paraguayo 2021”. Un estallido protagonizado por jóvenes que protestaron por la mala gestión del gobierno de Mario Abdo Benítez en relación a la pandemia de la Covid-19. 

Contar la historia del fuego en Paraguay es contar la historia de la resistencia de las juventudes que lejos de estar despolitizadas, encuentran en el hartazgo y la desmemoria de las élites políticas, el impulso para continuar disputando el país que se merecen. 

Protestar es un derecho: hasta que ningunx quede atrás

Las juventudes en Paraguay, migrantes y nativos digitales, conviven con nuevas formas de expresión y participación ciudadana. Esto no significa que “militan detrás de una pantalla”, como dicen muchxs, a menudo, también detrás de una pantalla. Las redes sociales son su herramienta de debate y posicionamiento político, pero también su plataforma para articular, organizarse y reaccionar al avance de la mentira y la desinformación. No hay nada más dinámico que las movilizaciones juveniles. Los debates y las manifestaciones no cesaron ni siquiera en la pandemia. 

Los jóvenes Vivian Genes, Pedro Areco, Luis Trinidad, Arnaldo Martínez y Enrique Aguero al día de hoy, siguen siendo perseguidos por la Justicia. Afrontan un proceso judicial por protestar en marzo de 2021 contra el gobierno de Mario Abdo Benítez por su manejo de la pandemia. En ese momento, Paraguay estaba experimentando un aumento significativo en el número de casos y muertes por covid-19. La falta de camas de terapia intensiva, oxígeno, medicamentos y el retraso en la adquisición de vacunas anticovid movilizó a cientos de jóvenes que protagonizaron protestas hace dos años. 

Foto: Gentileza Rebelion

La situación empeoró cuando se reveló que el gobierno colorado endeudó por más de 1.600 millones de dólares al país, con el supuesto fin de utilizarlos en la gestión digna de la pandemia. Pero esto no ocurrió. Familiares de pacientes internados en los hospitales acampaban afuera de los centros de salud y gastaban más del salario mínimo por día en la compra de medicamentos, además de gestionar por su cuenta camas en terapia intensiva. Esto provocó una gran indignación en la población, lo que llevó a una serie de protestas en todo el país exigiendo la renuncia del presidente y su gabinete.

La dirigente estudiantil Vivian Genes tiene una trayectoria de militancia en el acceso a la educación pública universitaria conocido como el “Arancel 0”. Forma parte del movimiento de la facultad de arquitectura, A mano alzada y participó del fenómeno “UNA no te calles” en 2015, cuando los jóvenes universitarios levantaron su voz para pedir el fin de la corrupción en la Universidad Nacional de Asunción (UNA).

Foto: Gentileza Latfem

Bajo el lema “ANR Nunca más”, se movilizó en el Marzo Paraguayo 2021, en medio de una de las crisis sanitarias más grandes de la historia de la humanidad. Eso desembocó en la quema del “Colorado Roga”, una de las seccionales de la ANR (Asociación Nacional Republicana), y hoy se convirtió en un símbolo de hartazgo colectivizado. 

La fiscalía no investigó los abusos de la fuerza policial durante estas manifestaciones, en su lugar, decidió perseguir a los estudiantes que protestaron por el acceso a la salud en la pandemia. Los fiscales Lorenzo Lezcano (Ministro de Interior durante el gobierno de Cartes) y María Estefanía González (afiliada al partido colorado) son los responsables de la persecución a los jóvenes. Pero no sólo los jueces son colorados, también lo son el cuerpo de fiscales.

“No hay una imparcialidad mínima y eso se supone que es también un derecho dentro de un proceso. Ellos los casos que investigan son manifestaciones teniendo casos terribles a su cargo que están cajoneando. Eso es directamente mal desempeño de las funciones de los fiscales, de los jueces que están instrumentalizando la justicia para fines políticos y personales”, enfatiza Vivian. 

Su mamá y su hermana hoy viven en Alemania y, teniendo la oportunidad de irse del país, Vivian decidió quedarse porque considera “que nadie tiene que quedarse atrás”. “No me parece a mí personalmente la idea de dejar mi espacio, mi país, mi tierra a otras personas que están haciéndose ricos a costa de la muerte de otros, de la falta de acceso a educación, de la falta de acceso a transporte, a trabajo. Entonces, mientras pueda, me gustaría hacer lo mejor que pueda para construir, primeramente, una respuesta colectiva”, reflexiona. 

“Milito porque si la gente o los políticos no ponen al cambio climático como prioridad número uno entonces nos están arrebatando el futuro”

Sara Seux, activista de Viernes por el Futuro Paraguay y militante de la juventud País Solidario

El sábado 3 de octubre de 2020, Viernes por el Futuro Paraguay, un movimiento que lucha por la justicia climática liderado por jóvenes, tomó las calles de Asunción junto con la Asociación de Estudiantes de Ingeniería Ambiental (AECIAM) para exigir el derecho de lxs paraguayxs a un ambiente sano libre de humo. Denunciaron a las autoridades que actúen y que dejen de permitir que los espacios verdes, bosques naturales y biodiversidad siga siendo afectada por “un sistema depredador con fines agropecuarios e inmobiliarios que ponen al poder y al dinero antes que el ser humano y la naturaleza”. 

Foto: Gentileza Viernes por el Futuro Paraguay.

“Milito porque si la gente o los políticos no ponen al cambio climático como prioridad número uno entonces nos están arrebatando el futuro”, explica Sara Seux, activista de Viernes por el Futuro Paraguay y militante de la juventud País Solidario. “En 20 años, ¿dónde vamos a estar?, ¿en qué clase de comunidades vamos a vivir?, ¿qué clase de relaciones humanas vamos a tener? Yo no me imagino un apocalipsis, pero me da mucha ansiedad que eso no se discuta seriamente en nuestro país”, continúa. 

Para Sara, hablar del cambio climático es hablar de feminismo, de política, de los derechos de las personas TLGBIQ+, Implica discutir el modelo de producción, del trabajo, la inseguridad y la salud. “Lo que más me duele es que yo siento que al final no puedo formar una familia, conseguir un buen laburo y ser feliz”, expresa. 

“Si no te matan de hambre, te matan con veneno, y si no, te mata este cambio climático” 

Rosa Toledo, campesina, feminista e integrante de Conamuri

Una articulación de casi mil jóvenes del campo y la ciudad agrupades en el espacio #SomosElPresenteQueLucha marchó el 20 de septiembre de 2022 en Asunción para denunciar la falta de garantías en el acceso a la tierra, salud, educación y trabajo digno. En mayo del año pasado se reunieron a hablar entre juventudes de partidos políticos, organizaciones de la ciudad y el campo con el objetivo de preparar un programa de gobierno como juventudes provenientes del sector popular.

Rosa Toledo, es campesina, feminista e integrante de la Organización de Mujeres Campesinas e Indígenas, Conamuri. De pequeña acompañaba a su mamá a reuniones de un comité de mujeres de Conamuri. A los 16 años, luego de mudarse a Guayaibí (distrito del departamento de San Pedro) se sumó a la Juventud de Conamuri y hoy la organización está en 11 departamentos del país. 

Foto: Gentileza Agencia Presentes.

“Anteriormente, en mi comunidad había miles de hectáreas de bosques nativos y eso se desmontó totalmente para poner fábrica, cultivo de eucaliptos y producción de soja. Por cuatro años consecutivos ahora tuvimos sequía y justo en la época de producción. ¿Y cómo eso nos afecta? Campesinos e indígenas que dependemos de la tierra nos quedamos sin alimento”, sostiene Rosa.

Una de sus preocupaciones más grandes es el uso de agrotóxicos (prohibidos) que afecta principalmente a la alimentación y la expulsión forzosa producto de la contaminación de las chacras campesinas e indígenas. “Si no te mata todo este cambio climático, si no hace que dejes a tu comunidad, entonces, con veneno te expulsan forzosamente”, dice.

“Si no te expulsa la policía, te expulsa el veneno. La expulsión viene de todos lados, y más si sos joven y mujer”

Rosa Toledo, campesina, feminista e integrante de Conamuri

Esta situación se agrava para las mujeres y jóvenes porque son ellxs quienes se encargan de mantener la economía del hogar porque el papá y los hermanos más grandes trabajan en la chacra. Mientras ellos hacen carpidas, las mujeres tienen que vender huevos, queso, leche al día para solventar los gastos. 

Los Ley Zavala-Riera promulgada en 2021 busca aumentar las penas, criminalizar a campesinxs e indígenas y correr el foco del problema real de la tierra en Paraguay, que es la falta de democratización al acceso a la tierra y la irregularidad en el sistema de registros y la adjudicación de tierras malhabidas, repartidas por Alfredo Stroessner en la época de la dictadura. Y sus principales impulsores son Enrique Riera y Fidel Zavala, ambos referentes del sector terrateniente en la Cámara de Senadores. 

Desde que se aprobó esta ley, los desalojos se pusieron mucho más violentos. Entre octubre de 2021 y marzo de 2022 a nivel nacional hubo 56 denuncias de invasiones, según datos de la policía reporteados por La Precisa. “Anteriormente, por ejemplo, las mujeres y los niños éramos las barreras en los intentos de desalojo pero ahora eso ya no existe. Ahora es por todo y contra todo. No les importa si hay niños, si hay mujeres, si hay tercera edad, nada. Las mujeres estamos más expuestas todavía porque todas las veces somos las que más quedamos en la casa”, explica 

Ya sea desde la vocería de la articulación feminista #8MPy o #25NPy o su militancia en Conamuri y su activismo en Vía Campesina, Rosita -como le dicen lxs suyxs, de cariño- se encarga de visibilizar el feminismo campesino y popular, así como también la agroecología para poner en valor el trabajo de las mujeres que son las principales defensoras de la tierra, el territorio, el agua y las protectoras de las semillas. 

“El simple hecho de que tenga una voz y que se escuche ya es un acto político”

Fabu Olmedo, artista trans y militante de Fuerza Común

Fabu Olmedo es artista, cantante, bailarina y modelo trans, también es conocida por su nombre artístico, Fabu Pop. En 2018 lanzó Reborn, su primer disco musical en el periodo en que comenzó a transicionar. “Reborn es una parte de mí que dejé atrás para nacer de nuevo en esta persona que soy yo hoy en día. Después me tiré más hacia la onda latina con La Puta Ama. “La Puta Ama no es solamente golpear la puerta y decir ‘permiso, ¿puedo pasar?’ Es patear la puerta como allanamiento y decir Hola, acá estoy, vengo a ocupar mi espacio, el lugar que me corresponde”, manifiesta.

Foto: Gentileza Fabu Olmedo.

Harta de esperar respuestas de las autoridades, el año pasado Fabu comenzó a militar en el partido Fuerza Común. “Sabemos que no contamos con políticas públicas para la identidad de género y mucho menos para protegernos de la discriminación y personas del colectivo minoritario, como ellos nos llaman. Ahora me veo como quiero pero no puedo tener en mi documento el nombre que a mí me identifica. En las instituciones públicas, hospitales, entidades bancarias, adonde vaya me llaman por mi nombre muerto porque es lo que está en mi documento y no me permiten cambiar”, refiere. 

El año pasado, la defensora de derechos humanos y fundadora de Casa Diversa-Casa Trans, Yren Rotela junto a la activista por derechos trans de Asociación Panambí, Mariana Sepúlveda anunciaron en conferencia de prensa que recurrieron al Comité de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Yren y Mariana fueron las primeras personas trans en presentar ante un juzgado de Asunción un pedido de cambio de nombre en sus documentos, hoy junto a otras ocho personas trans luchan por el cambio de sus respectivos nombres.

“Si yo espero que las autoridades se preocupen por mí eso no va a pasar nunca porque no están en mi piel, no viven ni el 10% de lo que vivimos las personas trans. Creo que solamente una persona trans va a saber lo que otra persona trans siente, pasa, lo que vive día a día psicológica y físicamente. Empecé así tímidamente a involucrarme, a participar de actividades de Fuerza Común que es el Partido que yo encontré que más me representaba y el que mejor me recibiría”, cuenta. 

A menudo Fabu lidia con la pregunta: ¿por qué en tus letras no hablás de la reivindicación de derechos? Pero ella entiende que cada paso que da como mujer trans es un triunfo de todas y un acto político. “Yo soy consciente de que tengo acceso derechos básicos, pero no por eso dejo de lado la empatía. Pienso que así debería ser con todas, no solamente conmigo”, subraya. 

Un feminismo que no es solo teórico

La primera vez que Kattie Sánchez marchó fue junto a sus compañerxs de A mano alzada, la misma organización a la que pertenece Vivi. Este año, por primera vez, se manifestó junto a la Reunión Universitaria Feminista (RUF), un espacio en construcción que recibe la herencia de la Plataforma Universitaria Feminista (PUF), un colectivo feminista que durante años acompañó casos de acoso a alumnas por parte de docentes en las universidades. En particular, el de Alexa Torres y Belén Whittingslow

Kattie es estudiante de diseño industrial en la mención de Gráfico y se identifica como no binarie. Lo que lxs mueve hoy dentro de la RUF es la elaboración de un protocolo de género, para hacerle frente a la violencia en la Universidad Nacional de Asunción. “Las chicas de medicina estaban haciendo su investigación sobre acoso y a partir de ahí, de la información ver qué es lo que necesitamos y qué es lo que podemos hacer”. A las primeras reuniones acudieron 15 chiques y cada vez van sumando más. 

Foto: Gentileza Abril Lezcano.

“Empecé a militar hace muy poco pero es impresionante cómo en el grupo te alienta a que sigas, a que no decaigas. Yo me frenaba a mí misma, porque no tengo ninguna prueba de feminista en mi repertorio de libros. No tenía literatura feminista y mis compañeras me explicaron que no se trata de eso. Hay otros aprendizajes que no se dan en libros y literatura, se dan en la vivencia de cada una y en reconocer lo que está pasando en la facultad. Ese feminismo no es el del libro no más. Y es empujar desde ahí. Es no disociarse de la lucha simplemente porque no tenés teoría. En la teoría no está”, narra Kattie.

Lejos de las promesas hiperbólicas de las campañas, del verticalismo y el elitismo al que nos tienen acostumbrados los partidos políticos tradicionales, en Paraguay les jovenes están formando su propio cuerpo teórico-práctico basado en la colaboración, la horizontalidad y la apertura. Les jóvenes no están desconectades de la política como nos quieren hacer creer, y es que para ellxs no existe una sola forma de hacerse escuchar. Los movimientos estudiantiles que hicieron posible la toma de la Universidad Católica o el “UNA no te calles” son un ejemplo de esto. 

La participación política de las juventudes es irreversible. Y aunque reconocen la importancia de hacer respetar la voluntad popular en las urnas, su activismo no se restringe a lo electoral o al modelo político-institucional. Están en las organizaciones pero también en los sindicatos, en los medios, en los escenarios y en las calles. Son como un fuego que arrasa.

En este año electoral una cosa queda clara: La primavera paraguaya ya llegó y está más viva que nunca.